Cruzar el rio
Hoy he podido leer una metáfora que me ha parecido puede explicar de otra manera el implicarse y el mostrarse al mundo. Y por mostrarse al mundo no me refiero a salir desnudo a la calle o ir explicando por ahí toda tu vida, me refiero a andar sin tapujos, a ser sincero, sobre todo con nosotros mismos y después con los demás, algo que debería venir rodado solamente por el orden de los conceptos. Reconocer lo que somos, nuestras debilidades y nuestros potenciales, en como podemos mejorarlos y quien nos puede ayudar si hiciese falta. En mostrarnos realmente como somos, sin filtros ni creencias, sin el miedo al que dirán o podrán pensar de nosotros si hacemos o decimos tal cosa.
Pongamos que te encuentras en la orilla de un río, y al otro lado se encuentra un amigo o amiga. Tomáis la decisión de reuniros. ¿Qué haces? ¿agitas los brazos para que ella o el entienda que cruce el rió hacia tu orilla? ¿y si el amigo hace lo mismo?.
Piensa en otra opción. Puedes implicarte y convertirte en la persona que se involucra, que toma las riendas, que sale de su "mapa" u orilla. Que es capaz de intercambiar y tomar sus propias decisiones. Qué después de involucrarse en la otra orilla lleva a la persona hacia la suya para mostrársela, dejando en el agua esas voces internas que machacan día a día, esos miedos.
¿Cómo serían las relaciones entre personas?. Hago una generalización, muchas personas esperan a que el otro cruce. ¿Y si todos esperamos?.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Hola!
ResponderEliminarYo personalmente pienso que no soy de las que esperan. Aun que si que me he visto en esa situación alguna vez. Pienso que para actuar has de asumir la responsabilidad del resultado, sea bueno o no tan bueno. Pero implicarte significa poner algo de ti a compartir y desde luego, que eso pueda ser criticado o juzgado de alguna manera. El que se queda en el lado de la espera.. bueno pues eso, espera. El que actúa se topa con sus debilidades y potenciales y sea como sea, siempre será mejor que verlo todo desde lejos. Porque las cosas hay que cogerlas, no vendrá nadie a regalarte nada. A veces sólo necesitas ese empujón y pienso realmente que da igual quien empuje si el empujado se mueve. Somos todos diferentes, y si viene alguien a darte la mano, puse se la das y cruzas el rio. Porque al final el que camina es uno mismo.
Muchas gracias por hacernos pensar un poquito más.
Gema