Resulta increible como funciona en la sociedad el tema de etiquetar, sobre todo con enfermedades que en el siglo en el que ya hemos caminado durante una decada, se ponen de moda, e incluso antes no existian, o sea, se crean. Sobre todo con los niños, tan libres y tan atados a la vez a los perjuicios de los adultos. Más le vale al niño comportarse como el resto de sus compañeros de clase, más le vale estar sentado igual que todos los demás porque si no te pondremos la etiqueta de hiperactivo. Más te vale aprenderte lo que te cuentan como te lo cuentan, porque si no tendrás déficit de atención.
¿Esta claro, si? Hay un patron que todos debemos cumplir, tanto niños como adultos. No voy a ir cantando por la calle, no voy a saludar o dirigirme a alguien que no conozco, no grites, no saltes, enseña a tus hijos las normas de comportamiento que te dictan, no saques tus propias conclusiones, ya las sacan los periodistas por ti... en definita, no pienses, has de cumplir unas normas, tienes que ser como los demás.
Pero esto no es cierto, y cualquiera que lo esté leyendo lo sabe. Somos más libres de lo que nos pensamos. Se nos va educando en un proceso repleto de creencias limitantes. Hasta que al final cogemos complejo de elefante:
Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba poderosamente la atención, el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir.¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?
Cuando era chico, pregunte a los grandes. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces, la pregunta obvia:
- Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, me olvidé del misterio del elefante y la estaca.
Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta: “El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.”
Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Imaginé que se dormía agotado y al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día y al otro…
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque
¡Cree que no puede!Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.
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