Kinesiología y equilibrio



En la entrevista, en la que el paciente explica la situación a cambiar o mejorar, comenzamos a observar cuales son los movimientos que utiliza para ir "marcando" de alguna manera donde ubica cada uno de los desequilibrios, y cual es el movimiento utilizado para guardar por ejemplo un comportamiento. Una posición de equilibrio entre todo nuestro sistema muscular que genera una forma de actuar y pensar. Toda esa posición tiene un inicio en alguno de ellos específicamente, que genera la compensación con el resto. Por ejemplo, cuando vemos a una persona abatida con la columna inclinada hacia delante, cabeza gacha, brazos caídos, piernas semi-flexionadas... esa posición lleva al concepto que tenga formado desde su mapa a la representación de abatimiento, entonces puede expresar como se siente. Si eliminamos esa memoria que genera la posición, la forma de pensar cambia, el abatimiento desaparece. La energía vuelve a fluir de forma adecuada. Resulta sorprendente cuando, con la información "grabada" para trabajar, comienzas a "borrar" o modificar y devolver su verdadero equilibrio, y en muchas ocasiones devuelves color a la piel, cambia la expresión facial, va "llegando" información de la parte inconsciente de alguna manera estancada sabiamente por nuestro cuerpo y va recordando cualquier tipo de información.
Todo ello hace de la kinesiología un trabajo sorprendente. Muchos pacientes no saben como explicar exactamente cual es la mejoría, pero se sienten mejor. Ese es el equilibrio, algo más suelto, algo más alegre, más centrado, con más ganas, con más ideas.

El lado oculto de lenguaje

Palabras y magia fueron al principio una y la misma cosa, e incluso hoy las palabras siguen reteniendo gran parte de su poder mágico. Con ellas podemos darnos unos a otros la mayor felicidad o la más grande de las desesperaciones, con ellas imparte el maestro sus enseñanzas a sus discípulos, con ellas arrastra el orador a quienes le escuchan, determinando sus juicios y sus decisiones. Las palabras apelan a las emociones y constituyen, de forma universal, el medio a través del cual influimos sobre nuestros congéneres.
Sigmund Freud.






Es bastante generalizado el hecho de ocultar información tras el lenguaje que usamos. Resulta bastante inespecífico. Pongamos un ejemplo: Uno debe respetar las necesidades de los demás. Parece una frase sencilla que puede ser usada en multitud de conversaciones. Ahora limpiemos un poco la frase. ¿Uno? ¿quien específicamente? ¿las necesidades? ¿qué necesidades? ¿de los demás? ¿quienes?. Pongamos que resolvemos dichas preguntas. Pongamos que "el uno" del que habla sea él mismo. Que "los demás" a los que se refiere sea Paquito, un amigo, y que "las necesidades" sean respetar su momento mientras duerme. La frase podría quedar más o menos así: Yo respeto el momento de sueño de Paquito.
La diferencia es notable. Pues esta forma de hablar es la más común. Usar generalizaciones del tipo: Hay personas que... , la gente suele... Siempre que pasa tal cosa... Todo esto podríamos llamarlo violaciones de lenguaje. Violaciones que si estamos atentos y realizamos la pregunta correcta y concreta, o incluso para nosotros mismos, si cambiamos ese lenguaje, obtenemos un cambio instantaneo. Nos hacemos responsables de lo que decímos, e incluso en muchas ocasiones, nos damos cuenta a la hora de reconstruir la frase, que el mensaje a perdido el sentido.
¿Cuantas veces oís estas frases al día y las aceptáis como normales? Toda la información ausente en el mensaje la rellenamos con nuestras creencias y nuestro mapa del territorio. La gente es que no tiene otra cosa que hacer que molestarme ¿cuantas veces la has oído? ¿que gente? ¿que te molesta? Es muy probable que "la gente" pase a ser una o dos personas, aunque parezca el mundo entero, y lo que le molesta y tu pensabas que era cualquier otra cosa pase a ser solamente un saludo. Fulanito y Menganito me molestan al saludarme dándome un golpe en el hombro.
Piensa en ello. Me gustaría lanzar un reto. Solo durante un día, estate atento a las generalizaciones que usas y usan las personas de tu alrededor. Pregúntate y pregunta a los demás para escuchar de nuevo el mensaje, y observa, escucha y siente los resultados.